Dice, en el capítulo que habla de la Comunicación en “El Psicólogo del Club”, (1) que “Gran parte de los problemas de Comunicación en los Grupos parten de la cabeza, o lo que es lo mismo, del Coach, Entrenador, DT o como se lo denomine según el deporte… La gran mayoría de los DT suelen tener un perfil comunicativo. Hablan y no le escapan al contacto con sus jugadores, la prensa o los dirigentes, pero a pesar de esto, lo cierto es que No todos los Entrenadores se comunican bien… Es más, muchos lo hacen bastante mal”.
Si, no es un contrasentido ni muchos menos. Un par de líneas más: “Muchos Entrenadores hablan muy bien, pero se comunican mal… Es común confundir dos términos que parecen estar íntimamente relacionados como Comunicarse y Hablar. Todos hablamos y nos expresamos, algunos mejor o más lindo que otros, pero eso no quiere decir que todos sepamos comunicarnos efectivamente con el otro…. Hay diferentes niveles de Comunicación. Comunicarse no es hablar bien o con un lenguaje florido o técnico, sino lograr que el mensaje llegue a buen puerto, y para ello es clave aprender a identificar los niveles de comunicación efectiva, ya que no es lo mismo disertar ante un auditorio o una clase, que comunicarle a un equipo un plan de juego o una instrucción táctica. Obviamente, en ambos casos el objetivo que perseguimos es hacernos entender, pero la diferencia sustancial radica en que cuando damos una charla técnica o una instrucción durante un tiempo muerto o un entretiempo, de la efectividad de esa comunicación puede depender el resultado final; por ende, es imperioso estar seguros que el mensaje emitido fue debidamente comprendido, y a veces, cuando hablamos, estamos más preocupados por nuestra alocución que por cómo están recibiéndola nuestros interlocutores”.
Obviamente, del texto se desprende que la clave está en “cómo están recibiéndo nuestros jugadores / as”, ya que si ellos / as entienden otra cosa la instrucción no va a llegar a destino y la orden no va a ser ejecutada convenientemente. ¿Entonces? Entonces hay que invertir tiempo en conocer quienes son nuestros dirigidos / as para saber cómo llegarles. No hay otra salida.
Los códigos comunicacionales han cambiado mucho en los últimos tiempos, los adolescentes de hoy no son los mismos que antaño, y los deportistas de elite en muchos casos son en su mayoría adolescentes, por lo que aprender y aggiornarse en estos temas es vital si lo que soñamos o deseamos es alcanzar los objetivos para los que tanto trabajamos.
El estilo y los patrones de comunicación variarán entonces de acuerdo a la edad, el sexo, la condición social o el estatus deportivo de nuestros jugadores.
Por eso es que las formas de comunicarnos son casi tan importantes como aquello que queremos comunicar, algo que muchas veces los entrenadores suelen desestimar, atentando seriamente contra la calidad o las posibilidades de que su mensaje sea comprendido.
Abusar de los gritos y los insultos ha sido una constante en tiempos pasados en el mundo deportivo. La mal entendida masculinidad en el trato parecía surtir efecto años atrás, en los cuales muchos DT hacían uso y abuso de elevar el tono, en algunos casos al límite del maltrato, convencidos que era la única manera de sacar lo mejor de sus deportistas. Y a decir verdad, en algún tiempo, en cierta forma funcionó, pero para los adolescentes de hoy el grito, el insulto y el maltrato de sus supuestos líderes o superiores no es lo mismo que era en los 70 u 80, al punto que ese tipo de conductas lo primero que suelen conseguir es el cierre de todas las compuertas en los receptores, provocando que los gritos del entrenador de turno lleven al bloqueo o el rechazo de parte de aquellos a los que se esta intentando convencer.
Por eso, un sano consejo: «Sr. Entrenador, no grite mas. Un mensaje transmitido de buena manera tiene mas chances de llegar a destino”.
Levantar la voz puede servir para despertar a un jugador/a, pero abusar de los gritos (y ni hablar de los insultos) solo enturbia el proceso comunicacional, que para muchos muere en el preciso momento en el que el volumen sube más allá de los límites tolerables.
¿Por qué transmitir a los gritos o de mala manera? ¿Y si probás hablándole a tus atletas como a vos te gustaría que te hablaran?
Un mensaje transmitido de buena manera tiene más chances de llegar a destino. Y si el mensaje llega a destino en buenas condiciones, obviamente habrá más posibilidades de que los ejecutantes toquen la canción que les estamos pidiendo.
(1) Libro escrito por el autor de esta nota, publicado por Ediciones Al Arco con prólogo de Luis Scola.