Acompañando en Positivo

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Solemos pensar, con buen criterio, que el deporte nos va a ayudar a complementar la educación de nuestros hijos. Pero como todo en la vida, el resultado final dependerá de cómo apliquemos algunas variables que, muchas veces, terminan marcando a fuego a esas personitas que tanto amamos.

Es muy común encontrarnos con chicos y chicas que, ya entrados en una carrera deportiva, caen en la cuenta que el deporte que practican no los apasiona tanto. Nos preguntamos “¿cómo puede ser?”, o “¿a qué se debe ese cambio tan radical?”, sin detenernos a pensar que, en la gran mayoría de los casos, sencillamente, ellos no lo eligieron.

Cómo padres, buscando insertarlos en al mundo deportivo, solemos orientarlos hacia una actividad (la que hicimos nosotros, la que más cómodo me queda o aquella en la que creemos o nos dicen que tiene más chance de destacarse), omitiendo, por diferentes razones, algo tan importante como dejarlos elegir.

Lo recomendable es dejarlos elegir que deporte o actividad desean practicar, y, ya entrando a la adolescencia, dejarlos decidir como y con qué nivel de compromiso la quieren realizar. Muchas veces, inferimos que, porque los creemos buenos o comprometidos, ellos quieren hacer carrera o dedicarse, y lo cierto es que no siempre es así. A veces persisten por costumbre, o para no defraudar o desilusionarnos, no necesariamente porque les guste tanto o lo tengan tan claro.

El error aquí es no preguntar, o más precisamente, no escucharlos o interpretarlos correctamente, por aquel viejo mandato de «yo sé lo que te conviene«.

Otro punto a tener en cuenta en la tarea de hacer un acompañamiento efectivo, es la importancia que le damos al deporte. Sí, porque muchas veces lo ponemos por encima de otros temas en la conversación familiar. Y terminamos hablando de táctica, del entrenador o los compañeros, restándole tiempo a otros temas de la vida tan o más importantes que el deporte.

¿Otra? Somos padres, no entrenadores. Y acá no importa cuánto sabemos de la actividad que realizan. Nuestro rol es acompañar, apoyar, alentar, invitar a pensar… No dar indicaciones, consejos técnicos o tácticos, exigir o criticar.

La última… Somos ejemplo, y nuestro comportamiento en la tribuna cuenta. Si gritas, te enfervorizas, y ni hablar si insultas a rivales o al árbitro, estás sentando un precedente muy negativo, no ante los otros, sino ante ese hijo o hija que te tiene como primer referente.


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