Aún hoy, en épocas en las cuales los deportistas se animan a sacarse el traje de Superman, desnudando su condición humana, sigue habiendo dudas respecto al rol o la utilidad del Psicólogo Deportivo.
Agobiados, como cualquier mortal, confiesan haber sufrido desbordes de ansiedad, ataques de pánico, depresión, o hasta hacer pública su orientación sexual. El mundo deportivo se ha encargado de poner en un tan imaginario como injusto pedestal a los deportistas, sitio en el cual se los idealiza más de la cuenta cuando les va bien, y al que se le apunta dardos envenenados cuando las cosas no salen como la gente desea o espera.
Esperamos que rindan, que no fallen, que sean ejemplo, y perdemos de vista que son solo personas comunes vestidas de deportistas, con todos los flashes encima dentro y fuera de la cancha. Y no siempre están preparados para semejante presión.
Debajo del uniforme deportivo hay una Persona, con un mundo y una realidad propias. Y por esa falta de preparación, no todos tienen la capacidad o están en condiciones de dejar totalmente de lado sus problemas a la hora de jugar o entrenar.
Somos humanos, y como tales, falibles y permeables, pero también moldeables, y podemos aprender a enfocarnos para rendir en el juego. Pero… ¿Cómo? La respuesta es obvia: Trabajando.
Los deportistas trabajan en lo físico, en lo técnico y en lo táctico. Y en los clubes/equipos en los que hay psicólogos, también abordan el entrenamiento mental. Pero el Factor Humano que ayuda a potenciar o tirar abajo las posibilidades de crecimiento, va más allá del entrenamiento que podés recibir en el club, donde, de por sí, el volumen de trabajo mental, ya es mucho menor que el volumen de trabajo físico, técnico o táctico.
En las redes vemos deportistas mostrando como entrenan por su cuenta en lo físico, o en fundamentos técnicos. Y la pregunta que cae de maduro es ¿qué pasa con lo mental?
La cuenta no falla: Mejor Persona, Mejor Jugador… Pero, ¿qué hacemos por la persona? ¿Cómo trabajamos para que la persona crezca y esté preparada para afrontar desafíos, presiones y demás? La respuesta es fácil: Ocupándote de la parte psicológica.
Muchos deportistas buscan al psicólogo como si fuera un bombero. La cocina se incendia y agarran el teléfono. Piden ayuda, solucionan la crisis y… Dejan el tratamiento. Y lo cierto es que, al igual que en la clínica común, hay cosas que se pueden mejorar en un par de sesiones (apagar el incendio, volver a la ruta, elegí la metáfora que más te guste), y otras ameritan un trabajo más profundo o continuado, porque tal vez remitan a la necesidad de aprendizajes más medulares u orientados a la relación Jugador-Persona.
La Psicología Deportiva apunta a generar fortalezas. No trabaja con el Psicólogo Deportivo quien tiene un problema, sino, especialmente, aquellos que quieren generar nuevas habilidades y fortalezas orientadas a temas concretos como la atención, concentración, capacidad de enfoque, activación, volver del error, análisis y crecimiento contínuo, etc. Pero como el Psicólogo Deportivo antes es Psicólogo, también se podrá trabajar también en ese marco todo aquello que tenga que ver con la persona, con su relación con el entorno y con cómo interpretar y sortear las tan temidas presiones.
Tener tu propio acompañamiento psicológico allana el camino. No implica que tengas que meter sesiones todos los días o todas las semanas. El marco y la periodicidad siempre se definen entre tu necesidad/posibilidades y el profesional en cuestión. ¿Qué estás esperando para empezar a pensar seriamente en tu Preparación Mental?