En Mis Zapatos

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Los viejos refranes suelen guardar en su interior un enorme plus de sabiduría, y uno de ellos encierra un enorme secreto para encarar la solución de conflictos…

“Para entender lo que le pasa a la otra persona, tenés que ponerte en sus zapatos”. La metáfora encierra el gran secreto, que no es ni más ni menos que tratar de ponerte en el lugar del otro para intentar (si, intentar) mirar las cosas desde el ángulo que las está mirando la otra parte.

Los “Conflictos” traen consigo una carga adicional de emociones negativas, y es sabido que a la mayoría de los mortales nos cuesta pensar claramente cuando este tipo de emociones copan la parada. Las emociones (buenas y malas) le cambian el tono a aquello que estamos tratando de ver, y en algunos casos lo distorsionan radicalmente; y desde allí es prácticamente imposible buscar puntos de encuentro, ya que nuestra posición se hace más firme y la del otro parece esconderse detrás de un velo que nos impide ver con claridad. En términos prácticos, si estábamos enojados por algo, al hacerse más firme nuestra posición, aquello que siente o piensa la otra parte se diluye y pierde fuerza y claridad ante nuestros ojos, lo que radicaliza aún más nuestra posición poniendo al borde del precipicio toda posibilidad de acuerdo.
Pasa entre pares y más aún cuando el conflicto se da en planos de jerarquías diferentes (padre – hijo, jefe – empleado, entrenador – jugador, etc.). Yo pienso A, la otra persona piensa B, pero como en el medio hay una carga de bronca, fastidio o dolor, esas posiciones se hacen mas fuertes y la situación parece volverse irreconciliable.

¿Entonces? El mejor camino para la solución es “ponerse los zapatos del otro”, tratar de mirar la situación que tanto te molesta desde la posición de la otra persona, para así intentar comprender qué es lo que tanto afecta a la otra parte, pero para ello, primero es clave bajar los niveles de emocionalidad, ya que desde las sensaciones que hoy nos gobiernan se hará muy difícil pensar con claridad.

El Paso a Paso buscando la anhelada Solución sería más o menos así:

Muchas veces solemos enojarnos por cosas que no ameritan semejante despliegue de emociones negativas. Nos enojamos y, producto del orgullo, caemos en la puja por ver quien tiene razón, y la solución suele estar más cerca de lo que parece… Vamos, no es tan difícil…


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