No hay que ser muy lúcido, sabio o experto en alguna materia, para caer en la cuenta que el período de aislamiento va a dejar secuelas de todo tipo, incluso en el deporte.
El inicio de la cuarentena nos encontró, a los psicólogos, trabajando en la angustia que venía de la mano de la incertidumbre, que muchos en el deporte canalizaron hacia el humor a través de desafíos y juegos. Luego vino la etapa de la aceptación y el orden, que para los deportistas de mediano y alto rendimiento se tradujo en el armado de nuevas rutinas y novedosas sesiones de entrenamiento por internet, buscando mantener la forma física e incluso trabajando en lo táctico y hasta en lo mental.
Pero la cuarentena se extendió, y ya estamos en la etapa del hastío que viene de la mano del “¿hasta cuándo?” sin que haya una fecha cierta que le dé respuesta a esa pregunta. “¿Es normal que no tenga ganas de entrenar?”, pregunta desde el chico en formación hasta el profesional en estos días, y la respuesta es “sí, claro”, porque la ausencia de un horizonte empieza a ponernos alternativamente en zonas de ansiedad y depresión en breves espacios de tiempo.
Hoy trabajamos en la reformulación interna del aislamiento, en retocar o rearmar las rutinas para hacerlas interesantes, motivantes, en buscarle otro foco al trabajo, para que nos ayude a salir de la zona de “no confort” en que estamos sumidos, y, en muchos casos, en trabajar situaciones de la vida cotidiana que, por nuevas (estar mucho tiempo en casa con las mismas personas o solos) pueden convertirse en foco de conductas no del todo favorables o agradables.
Y todavía falta lo más importante: Prepararnos para volver a entrenar y prepararnos para volver a competir, controlando la ansiedad para que esta no nos juegue en contra alterando nuestra capacidad de foco poniéndonos en zona de riesgo en lo que a lesiones respecta.
Pensemos en deportistas mal entrenados (no por no tener un buen preparador físico, sino por entrenar fuera de su hábitat natural), con muchas ganas de volver al gimnasio, la cancha o lo que sea… Con presiones de diferente tipo en materia de tiempos, contratos, calendarios… Después de tanto encierro, cualquiera puede pensar que es la parte linda de la historia, pero que sea más lindo no garantiza que no haya riesgo de desenfocarse y lesionarse, y ese es otro punto importante en el que tenemos que empezar a pensar con tiempo, para evitar que el período fuera de las canchas se alargue por nuestra propia impericia.
La cabeza también juega, y ahora más que nunca tenemos que trabajarla para que ese anhelado regreso a la actividad esté a la altura de tus sueños. Psicología Deportiva no es debilidad, sino búsqueda de fortalezas. Y este es momento para buscarlas…
Ante una duda, como digo siempre, consulte a su psicólogo amigo…