EL COSTADO PSICOLÓGICO DE LAS LESIONES
La medicina moderna le está dando cada vez más valor al estado anímico en los procesos de recuperación de enfermedades y lesiones. El espíritu positivo termina siendo, en la mayoría de los casos, decisivo, por lo que descuidar la Cabeza en estos trances puede ser determinante para achicar o alargar los tiempos de convalecencia o rehabilitación; y, del mismo modo, estar en tu “eje” personal es vital también para prevenir las lesiones.
Si bien sería aventurado hablar de “lesiones psicológicas”, es cierto que el estado mental-emocional puede ser determinante, tanto en el proceso que lleva a la lesión, como en los tiempos de recuperación del atleta.
Contrariamente a lo que suele pensar el “Inconsciente colectivo” del deportista, lesionarse o no hacerlo, no es una mera cuestión de suerte, sino que depende de factores físicos, psicológicos y situacionales, relacionados con la actividad deportiva que cada uno practique, de allí la importancia de educar sobre el valor de los cuidados preventivos.
¿POR QUE NOS LESIONAMOS?
Una de las razones más frecuentes, aunque parezca mentira, es por no tener conciencia del estado de mi cuerpo. El deportista suele trabajar en “modo autómata”, respondiendo a instrucciones desde chico, sin preguntarse por qué y sin poner el foco en aprender y, mucho menos, conocerse. Cuando se siente bien entrena, y cuando no se siente tan bien o tiene algunas molestias… también, por aquello de que “siempre hay que dar el 101 por ciento”.
El cuerpo es una unidad. Si hay una molestia importante en un miembro, tarde o temprano, el trabajo que realiza el deportista por proteger el miembro afectado (consciente o inconscientemente), repercutirá en el otro o en otra parte del cuerpo que esté haciendo el balance o la compensación. Del mismo modo, un estado de estrés/angustia que provoque tensión en la zona cervical, por citar un ejemplo tan burdo como común, a la corta o a la larga traerá consecuencias sobre aquellas partes del cuerpo que, por una cuestión postural, estén haciendo un sobre esfuerzo, generando un desgaste o tensión extra que podría llevar a la lesión.
Otra de las causas recurrentes en las lesiones, especialmente las musculares, es el ocultamiento de síntomas de parte del jugador, que, por temor a ser excluido prematuramente, suele retacearle información al Cuerpo Médico respecto a su estado real, exponiéndose a entrenar normalmente en condiciones no ideales (con alguna molestia).
De allí que sea decisivo para potenciar los factores preventivos, establecer una relación de confianza con el médico, y por qué no, con el preparador físico, para no arriesgar en momentos en los que la sintomatología invita a “cuidar”.
Pasando a temas directamente ligados al factor ambiental, al igual que lo que sucede en sectores corporativos o empresariales, el buen clima de trabajo juega también un papel vital en esta historia. Un entrenador exigente por encima de los límites aconsejables, o una situación de extrema presión, pueden incrementar la tensión grupal, y con ella la individual, incrementando las tensiones, que luego darán lugar a contracturas, molestias y, a la larga, lesiones musculares.
El estrés tiene consecuencias directas en la aparición de lesiones, por esto es importante tener en cuenta los siguientes puntos:
Es así que, a la hora de planificar el trabajo, es importante apuntarse algunos tips o estrategias que pueden contribuir a la prevención, tales como:
personalizando el entrenamiento según el nivel de destreza del deportista y los objetivos individuales establecidos, evitando la monotonía del trabajo y los esfuerzos desmedidos que puedan llevar al sobre entrenamiento.
EL PROCESO DE LA LESIÓN
Desde el punto de vista psicológico, podríamos resumir o graficar el proceso de la lesión, en estos pasos:
ALGUNOS APUNTES SOBRE LA RECUPERACIÓN
El espectro en este apartado es tan amplio, que en él encontramos desde recuperaciones mágicas, deportistas que tardan muchísimo más de la cuenta en volver, a otros que ni siquiera logran hacerlo en condiciones ideales.
La diferencia tiene su razón de ser en que no hay dos personas ni dos físicos iguales. Arrancamos obviamente por las condiciones en las que se dé esa recuperación (el cuerpo médico que apoye y la dirija, sin ir más lejos); y terminamos (¿o empezamos?) en la Cabeza, ya que allí se van a gestar dos factores claves (ya mencionados) para que la recuperación llegue a buen puerto: 1) el Espíritu Positivo y 2) el Orden y la Disciplina con que vaya a encarar el trabajo de rehabilitación.
La Cabeza es determinante para trabajar sobre el espíritu positivo, que algunas personas lo traen de fábrica, pero otras necesitan de alguien dándole permanentemente al inflador anímico para no caerse. De allí la importancia de contar con un psicólogo en el proceso de recuperación.
Los deportistas trabajan con su cuerpo, por lo que una lesión lo primero que provoca (además del dolor físico) es una profunda angustia, y desde ese estado se suele hacer difícil pensar. Y pensar es clave para poder hacer correctamente los deberes en la recuperación para ayudar a mejorar el proceso.
No todos los deportistas (sean o no de alta competencia) tienen un cuerpo médico detrás suyo. Y aún aquellos que lo tienen, muchas veces deben debatirse entre las angustias e intereses de su entorno, que seguramente con la mejor intención, más de una vez terminan colaborando para que aumenten la preocupación y el temor, en lugar del tan necesario optimismo. El deportista se ve sometido, sin quererlo, a opiniones de todo tipo. Algunas encontradas en cuanto a su filosofía y contenido. Todos, en su afán de ayudar seguramente, aportan su “sabiduría”, que en algunos casos puede ir en contra de lo que opina el cuerpo médico que está a la cabeza de la recuperación. Y es allí donde empiezan los cortocircuitos que llevan a la angustia, y que empujan a la búsqueda de soluciones mágicas, que solo contribuyen a confundir más y más. Ahí entra a jugar a veces el “en Internet encontré que…”, que más de una vez promueve la hipocondría. Entonces, el deportista entra en crisis y la recuperación se torna más lenta, alargando los tiempos considerablemente.
La contracara de esto la da un atleta que, a partir de un buen proceso de contención, puede pensar y tomar decisiones con claridad para encarar su rehabilitación enfocado y con energía, de manera activa, sintiéndose protagonista de la recuperación. Participar de ella con actividades sencillas en la vida cotidiana, agregándole ejercitaciones, alimentación y terapias caseras (indicadas por los médicos que estén a cargo de la recuperación, como ponerse hielo con cierta periodicidad, por citar un ejemplo tonto); sumarán su granito de arena a las sesiones de kinesiología y trabajos físicos oportunamente ordenados por los facultativos que comandan el proceso.
Ocupar la cabeza, sentirse protagonista de la recuperación, es altamente importante para que esos tiempos muertos que quedan entre sesión y sesión de trabajo con médicos, kinesiólogos y P.F., estén ocupados en estas tareas que, además de colaborar en el proceso, sirvan para tener alejada la cabeza de pensamientos negativos. De esta manera, se evita también que quede a merced de esos aportes y consejos de buena voluntad, que solo ayudan a que la persona maquine innecesariamente, generando dudas y angustias que entorpecerán el recorrido.
Manejar el Proceso de Contención es determinante, incluso en los clubes que cuentan con un cuerpo médico full time, ya que, por imperio de las circunstancias, muchas veces los médicos no cuentan con el tiempo o preparación necesarias para contener y calmar las angustias del deportista.
Es así que la Cabeza es clave también en el proceso de recuperación de lesiones, que, desde lo psicológico, podemos resumir así:
Características de los deportistas con pronóstico de rehabilitación favorable:
Los factores estresantes siempre van a estar presentes, por lo que el deportista debe poder desarrollar y entrenar herramientas psicológicas que le ayuden a afrontar las situaciones estresantes de una manera constructiva y sana, con miras al desarrollo integral de la persona.
CONCLUSIÓN
Es importante aceptar que la lesión forma parte de la práctica deportiva en todos sus ámbitos, y especialmente, en aquellos en los que hay contacto, por lo que es vital aprender a des dramatizar su aparición. Naturalizar la lesión contribuye a bajar los niveles de angustia que traen consigo, y potencia la capacidad de encarar el proceso de rehabilitación con la cabeza despejada y el espíritu positivo, consiguiendo de esta manera mayores posibilidades de éxito.